El realismo surge como oposición al idealismo de clásicos y románticos, en Francia luego de la Revolución de 1848 hasta aproximadamente 1870. Propone una realidad objetiva de los temas de la vida común; el hombre debe aparecer dentro de su ambiente habitual, y su trabajo cotidiano tiene que ser un motivo de fecunda inspiración. Por eso uno de sus temas preferidos son los retratos, en su actitud natural, sin poses estudiadas.
Cronológicamente este movimiento sigue al Romanticismo, se opone a todo lo artificioso e indeterminado y traduce la realidad como única verdad del hombre y del mundo, sin falsas representaciones.
Este movimiento cobró importancia con Honoré Daumier y Gustavo Doré, siendo con justicia el más destacado de los pintores realistas Gustave Courbert ,cuyos pinceles se deslizan en más de una ocasión hacia el sensualismo que deriva en erotismo. Entre sus obras más significativas se encuentran:
Entierro de Ornans:
·
Señoritas a la orilla del Sena:
Gustave Courbet (Ornans, Francia, 10 de junio de 1819 – La Tour-de-Peilz, Suiza, 31 de diciembre de 1877) fue un pintor francés, fundador y máximo representante del realismo.
Ciertamente, el Realismo encierra, en su propia definición, una variedad de formas. En su acepción más amplia, el término se utiliza como Naturalismo, que implica describir las cosas con precisión y objetividad. Es decir, los artistas representan las cosas tal como son, tal como se ven y tal como se conocen.
El realismo en las artes tiende a representar personajes, situaciones y objetos de la vida cotidiana de forma verosímil. Tiende a descartar los temas heroicos (tan caros al clasicismo, que los representa con una perspectiva idealista) en favor de temas más neutros, pegados a la tierra.
Desde el punto de vista ideológico, el realismo queda vinculado a las ideas socialistas más o menos definidas. Aunque con claras diferencias entre los distintos autores, en general se aprecia un interés por la situación de las clases más desfavorecidas de la sociedad surgida de la Revolución Industrial. Algunos, adoptan una actitud absolutamente comprometida con los intereses del proletariado, participa en acontecimientos políticos del momento y hace un arte combativo. Otros, mantienen una postura más moderada, y endulzan de alguna forma su visión de la realidad.
Todos ellos comparten una estética basada en la representación directa de la realidad. La manera cómo se materializa este principio básico varía desde la crudeza objetiva de Courbet hasta la simplificación gráfica de Daumier, pasando por el filtro idealista de Mollet. En cualquier caso, todos comparten la radicalidad de los temas: ante la trascendencia que conceden al tema romanticismo y academicismo, el arte realista entiende que no hay temas banales y que, en consecuencia, cualquier cuestión puede ser objeto de interés pictórico.
Este planteamiento tiene una enorme importancia en un momento en el que la pintura está sometida a reglas extraordinarias de la crítica oficial: los temas, las actitudes, las composiciones y hasta las medidas de los cuadros tiene que ajustarse a estos rígidos criterios. Ante esta situación, los pintores realistas defienden una pintura sin argumento, una captación simple de la realidad, en la cual lo fundamental es la forma en que se representa la imagen y el sonido, y no su desarrollo narrativo.
Todos ellos comparten una estética basada en la representación directa de la realidad. La manera cómo se materializa este principio básico varía desde la crudeza objetiva de Courbet hasta la simplificación gráfica de Daumier, pasando por el filtro idealista de Mollet. En cualquier caso, todos comparten la radicalidad de los temas: ante la trascendencia que conceden al tema romanticismo y academicismo, el arte realista entiende que no hay temas banales y que, en consecuencia, cualquier cuestión puede ser objeto de interés pictórico.
Este planteamiento tiene una enorme importancia en un momento en el que la pintura está sometida a reglas extraordinarias de la crítica oficial: los temas, las actitudes, las composiciones y hasta las medidas de los cuadros tiene que ajustarse a estos rígidos criterios. Ante esta situación, los pintores realistas defienden una pintura sin argumento, una captación simple de la realidad, en la cual lo fundamental es la forma en que se representa la imagen y el sonido, y no su desarrollo narrativo.
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